Esto es como el intermedio de los programas de televisión para meter la publicidad, es un espacio que tiende a romper para tranquilizar los sabores primeros de un banquete, es algo desestructurado y corto; con este sorbete se pretende encontrar un antes y un después, eso de antes que hemos venido degustando y que no es sino pura sensación de ruina ciudadana y miseria institucional, pero desgraciadamente el sorbete que les ofrezco no les va a tranquilizar, aunque posiblemente si llegue a identificarse con el sabor que ustedes tienen en su conciencia y en su interior de lo que está pasando, ¡y como duele!.
Todos los días se nos muestran ejemplos de corrupción, hoy menos que mañana si nada lo remedia, pero este asunto en los foros políticos parece no existir, como tampoco existen -por desaparecidas- esas instituciones con nombre propio del Estado encargadas del control económico y de los gastos de los dineros públicos y , y del público, me estoy refiriendo al Banco de España cuya máxima cabeza, políticamente ungida, no parece que tenga cabeza para estar dónde está pero si para poner la mano y cobrar una remuneración no merecida, es algo indescriptible ver de vez en cuando al “gobernador” de la institución, dar lecciones desde su desgobierno, nos dice lo que se debería hacer y no se hace, nadie le exige el cumplimiento de su función de control que es la esencia de su ser.
Otra institución, el Tribunal de Cuentas del Estado ¿para qué sirve? ¿Cuánto nos cuesta? ¿qué hace de positivo cada año,en cada legislatura?, yo les cuento mi sensación cuando hablo o me refiero a esta Institución – pilar básico del Estado- , lo percibo como algo inimaginable por su falta de claridad y trasparencia, es como la cueva mas oscura del pleistoceno donde al menos pudieron existir antorchas o fuegos que iluminaban los espacios, aquí hay poca luz y claridad, bajo sus cimientos se perfila lo que se debe o no se debe conocer; se cuecen calderos de números y datos que no trascienden.
Ayuntamientos quebrados, alcaldes y concejales de muchos pueblos de la geografía española que se han paseado por el mundo en viajes de placer costeados y pagados por los “pueblerinos” que consentimos, con antecedentes y consecuentes de gestión despilfarradora y que no son apartados ni censurados cuando no encarcelados por la malversación, ¡algunos de ellos todavía se permiten dar lecciones de democracia y buen hacer, en los gobiernos locales, instalados en la mentira!, pero los ciudadanos estamos condenados a pagar mediante las tasas e impuestos varios las deudas de las pretensiones millonarias de estos personajes de tres al cuarto que se instituyen como representantes del pueblo. ¿Hasta cuando se podrá permitir que esto suceda sin que la justicia actúe?; de esta corrupción y otras con mayúsculas no parece que merezca la pena hablar en los debates ni en tertulias de gentes que se han constituido en los sanedrines salvadores del mundo; o los políticos con recta actuación se plantan y ajustan las cuentas a los corruptos o entrarán en la misma cesta del desprestigio y de la indignidad.
Es el momento de que el político digno se presente con críticas feroces sobre el absolutismo instalado con tintes de democracia, aquello de todo para el pueblo pero sin el pueblo -que es lo que sucede- empieza a acabarse cuando hay tanta necesidad e injusticia que siempre termina saliendo; es increíble que considerándose a los gobernantes de estas dos últimas legislaturas como pésimos gestores, con escasa preparación y una indigencia intelectual elevada a la enésima potencia, todavía se entienda que pueden ser capaces de arreglar los problemas que ellos mismos han creado.
Espero que algún día los políticos además de responder con la igualdad ante la ley como el resto de los ciudadanos, tengan las mismas condiciones económicas en su trabajo, y si estas condiciones no les parecen adecuadas, es fácil, que no se presenten a las elecciones que otros habrá que nos representen; el ciudadano está harto de los salvapatrias.
Con este sorbete se pretende romper el sabor amargo que hasta ahora veníamos degustando aunque espero sinceramente no conseguirlo, los próximos entrantes creo tendrán sabor entre salado y amargo, ese es el sabor de las lágrimas de quien llora y se las traga, nuestro chef dirá con que nos obsequia en las próximas presentaciones.
Mariano Avilés – Jurista