11 abril 2022

1892 fue el año en el que Ramón y Cajal fue nombrado catedrático de Histología y Anatomía Patológica por la universidad de Madrid, por aquel entonces, la historia, tal y como se concebía, había jugado y ganado su partida, viene a decir Lucien Fbvre en su libro “Combates por la Historia”.

La Historia estaba en los institutos que contaban con no pocos profesores de la materia; ahí, en los centros de enseñanza, la hemos conocido, troceado y amado; estaba en las universidades provistas con cátedras de historia, en escuelas especiales dónde se daba culto a todo el peregrinar de la humanidad y de España en particular.

La historia fluía por doquier, por las direcciones de enseñanza, los rectorados, los puestos importantes de la instrucción pública. Orgullosa y potente en lo temporal, se sentía segura de sí misma en lo espiritual, aunque un poco adormecida por el peso de los años.

¿Y la filosofía?, se enseñaba en los institutos; aunque se le veían rotos y agujeros, siempre estaba a punto para dar a conocer las corrientes filosóficas de Aristóteles, Platón, Comte, Santo Tomás o Kant, entre otros grandes pensadores que marcaron caminos para el pensamiento de generaciones y generaciones a las que se les ningunea ahora sus conocimientos; generaciones que aportaron el saber estar en la filosofía de la vida.

La historia y la filosofía siempre se han sentido bien en compañía la una de la otra aunque se pudiera pensar que los historiadores no han tenido nunca grandes necesidades filosóficas. La historia recopila y condensa todo el trabajo de la humanidad para buscar su identidad, su evolución, sus sacrificios, el despertar de los sentidos y el cúmulo de la experiencia que no solo sale de los textos.

La historia siempre ha sido esa gran señora que ha paseado su grandeza y señorío; frente a ella no supone nada especial la realidad económica, siendo esta tan importante. La historia se hace casi exclusivamente con palabras, fechas, nombres de lugares y de hombres. El historiador no va rodando el azar a través del pasado, como un trapero en busca de despojos.

Un histólogo, como Ramón y Cajal, mira por el ocular de su microscopio y sabe leer de manera fiel el resultado de su investigación. La historia no es la ciencia de remover cenizas, sino de observar los posos que nos quedan de otros momentos; La historia es la ciencia del hombre, ciencia del pasado humano y no la ciencia de las cosas o de los conceptos.

Dentro de no mucho tiempo, a las nuevas generaciones no se les podrá pedir que nos hablen de la historia de España y menos de filosofía; tampoco se les podrá pedir analizar una estadística, ni si tienen rudimentos del derecho, que todo lo ordena en nuestras vidas, de su evolución desde el derecho romano o de Justiniano – no sabrán quien era Justiniano, claro-; no se les podrá preguntar si han oído hablar de la teorías contradictorias de la economía política, ni si son capaces de explicar que es una moneda en su utilización corriente, ni qué representa esa moneda, lo que sucede en la bolsa de valores, ni se les podrá pedir la explicación crítica de un texto y mucho menos un análisis ortográfico o sintáctico.

El último informe Pisa recientemente publicado saca los colores al sistema educativo en España y coloca al Gobierno en una difícil posición que aunque debiera preocuparle, no creo que le preocupe mucho; sabemos que cuanto menos formación y más incultos seamos los ciudadanos seremos más susceptibles de manipulación. El Consejo de Europa concluye que España se ha empeñado en que sus alumnos no conozcan su historia y todo por obra y gracia de quienes gobiernan.

Generaciones de jóvenes autómatas serán como desiertos infinitos dónde difícilmente se harán brotar pozos de agua y mucho menos conocimientos nuevos que ilustren el porqué de nuestra existencia; el análisis ha muerto para gloria de sus precursores que quieren crear jóvenes a su imagen y semejanza, es decir, incultos, indisciplinados, de falta de respeto consigo mismos, que rompen con todo, incluido el orden social. Nuestros maestros nos enseñaron el correcto proceder y los alumnos de entonces teníamos la obligación de aprender.

Esto es a lo que aboca la nueva Ley de educación, sin educación, sin cultura y sin posibilidades de que les entiendan en las instituciones oficiales si no están dentro las nuevas tribus que fomentará un sistema público de educación y enseñanza cutre, pendenciero y sin valores, en el que el esfuerzo y la disciplina desaparecen; instruidos por un régimen sin instrucción ni orden, adoctrinados en valores rebeldes que son los que quieren los más jóvenes. ¡pues Viva la Pepa!.

¿Porqué ahora, según el Gobierno, para analizar la historia hay que partir del año  1812, despreciando todo lo andado anteriormente con sus grandezas y debilidades?. Gabriel Celaya en su poema “España en marcha” nos va a conducir por el camino, y en su letra protesta que musicara Paco Ibáñez dice:

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

Ocultar a la mente de las nuevas generaciones una historia viviente hecha a base de catástrofes, tragedias, amputaciones y anexiones sin fruto, pero también de prestigio, disciplina, rigor, imperio y poder, es borrar la realidad de lo pasado, de lo vivido, de lo sufrido, de la grandeza y lo sublime de personas que existieron, personas de verdad, de saber de dónde venimos y nuestra evolución.

No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

¡Ya no quedará capacidad para sorprendernos mirando con nueva atención un atlas histórico!. Nos han sumergido en la estupidez, en el desconocimiento, en la incultura, en lo más bajo de la persona que quieren que deje de pensar para comportarse como viandantes llenos de ideología barata, tercermundista y trasnochada; no evolutiva, ideología comunista, lo peor, sin pensar que cada momento es otro para seguir avanzando en vez de retroceder.

Un libro de primaria asegura que la II República española compartía “la ideología liberal” de la URSS; valiente falacia.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

Los precedentes de esta crisis de identidad están también en la historia y viene de lejos, uno de ellos fue el filósofo Henri Berr, fundador de la revista Síntesis Histórica, que tuvo la valentía clarividente en 1911 de escribir en el prólogo de una de las publicaciones de  “La Synthèse  Historique” aquello de “Se afirma que la historia no tiene contacto con la vida porque es demasiado científica; yo estoy convencido, por el contrario, de que no lo tiene porque no es lo suficientemente científica”. Ahí ya la filosofía preparaba el futuro para la historia, sin que dominara ni siquiera el presente.

El debate supera su propia esencia para ver que nos colocamos ante un tipo de persona nueva, con otra manera de pensar, sin mayores pretensiones que el consumo, desarraigado de las tradiciones que pudieran representar algo inservible e incluso involutivo.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

El “influencers” Bernad Shaw dijo: “El hombre razonable se adapta al medio; el hombre no juicioso intenta adaptar el medio”, (entiendo que sin despreciar el progreso y quienes lo promueven). Gobiernos totalitarios son los que quieren cambiar una sociedad de arriba abajo sin someterse a cauces democráticos, porque saben sobradamente que no sacarían adelante sus proyecciones ideológicas.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

En efecto, frente al significado político del término totalitario, como aspiración a un Estado “total” está intentar abarcar el conjunto de la vida de un pueblo; el adjetivo se venía aplicando en Europa a la nueva guerra de masas y a su correlato de “movilización total”, pero “somos quienes somos”, “somos a muerte lo ibero”.

Con la aprobación de la Ley de educación “totalitaria”, aprobada sin educación democrática en los últimos días del mes de abril de 2022, no solo se ha amputado a las nuevas generaciones de españoles la capacidad de conocer más allá del año 1812, sino también la disciplina en el estudio que venía arraigada desde el siglo XIX, hasta llegar al “todo vale” actual.

Nada de lo anterior parece existir y los que nos forjamos en la idea de que España era unos de los países con más historia del viejo continente nos han dejado congelados nuestros recuerdos porque no van a trascender y sin que, de momento, exista posibilidad de que nuestros jóvenes sepan más allá de lo que arbitrariamente los Gobiernos deciden.

Tener una edad respetable y, por tanto, memoria histórica de la buena, es tanto como decir que aprendimos en las escuelas con la enciclopedia Álvarez,  que disfrutamos de los tebeos de Roberto Alcázar y el capitán Trueno, soportamos en los cines a Franco inaugurando pantanos, nos intentaron sumergir en la asignatura Formación del Espíritu Nacional, como sucede ahora, disfrazada con otro nombre, que también la tienen los más jóvenes,  conocimos conceptos básicos de historia, literatura, geografía, filosofía y hasta latín y griego, en definitiva humanidades (que viene de humanidad) y respetábamos a nuestros maestros.

Estoy seguro que las generaciones de la posguerra no somos generaciones de tarados mentales porque, entre otras cosas, nos enseñaron a pensar, a posicionarnos en la vida en todos los órdenes y a saber corregir si a la hora de elegir te equivocabas, lo que a partir de ahora será una quimera, porque se podrá aprobar sin estudiar, se podrá pegar e insultar el profesor, se podrá no estar sometidos a normas básicas de conducta y eso, a tempranas edades, es la gasolina que aviva el fuego, es lo que desean los más jóvenes si no lo corrigen las familias que puedan pasar por encima de la Formación del Espíritu Nacional y del grito de ¡¡Viva la Pepa!!.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo,
quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

Mariano Avilés – jurista   



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