16 octubre 2023

CUANDO LA CORRUPCIÓN SE ESCRIBE CON MAYÚSCULAS

Publicado por maviles en General

Han sido muchas las ocasiones en las que desgraciadamente me he asomado al término corrupción y no solo la económica; la compra de votos de electores, o simplemente la corrupción envuelta en el fraude hacia los electores; amnistías de políticos a políticos a cambio de votos, inmoralidades y delitos no juzgados o indultados que no alberga dudas de que ante la corrupción quien la haga lo debiera pagar y caro; cosa muy improbable en España.

Fue la generación de 1914, la de Ortega y Azaña, la que propuso la autentificación de la democracia como vía para el regreso de España a la “corriente general de la civilización europea”.

Azaña en febrero de 1911 advertía que la compra de votos era un acto degradante; no tiene mayor culpa quien corrompe – decía- sino los corrompidos víctima de su ignorancia, aún así con el correr de los tiempos la compra de votos se ha instalado en nuestra existencia y los políticos no dudan en comprar las voluntades de las formas más escandalosas y a la luz del día sin ruborizarse, en un mercado persa de magnitudes inimaginables.

La afluencia masiva y sin control de inmigrantes procedentes fundamentalmente del norte de Africa, lleva a situaciones de parasitismo difícil de erradicar. Políticas permisivas llevan a la comodidad de quienes entran en nuestro país impunemente y sin pretensión alguna de trabajar y generar riqueza ni para ellos ni para España. Un gobierno laxo en tema tan importante (incluso para la seguridad) asegura a la progresía el voto de los peores, si es que se les registran finalmente como ciudadanos o pululan por nuestra geografía delinquiendo impunemente.

El caciquismo muy propio de la condición pícara de España nos lleva al ejercicio arbitrario del poder a todos los niveles, rectificando la ley escrita y desnaturalizando las funciones electorales, judiciales y administrativas. El caciquismo no es sino una manifestación del clientelismo político.

Analistas de este fenómeno definen el clientelismo como la situación en la que “una persona de categoría superior (el patrón) aprovecha su autoridad y recursos para proteger y beneficiar a alguien de categoría inferior (el cliente), que le corresponde prestándole apoyo y servicios”. En el clientelismo las decisiones administrativas son intercambiadas por votos y en la corrupción por dinero.

¿Hasta cuando tendremos que esperar para una ley de partidos políticos y de listas abiertas?. Es evidente que a ningún partido de los que han gobernado con mayorías absolutas en España le ha interesado afrontar este tema que debilita al líder o en su caso al cacique. Se me ocurre como alternativa que al no tener la posibilidad de listas abiertas, los partidos, previo a las elecciones, junto al nombre del candidato incluyan el curriculum y con él la vida académica, laboral y profesional; estoy convencido que más de un partido político se “tentaría la ropa” antes de contar con determinados candidatos, “indigentes cerebrales conocidos”, en sus listas. Estamos hartos de que nos gobiernen indocumentados que no saben lo que es trabajar.

La situación de privilegio de quienes acceden a un cargo de representatividad respecto del resto de los ciudadanos es evidente y notoria; no les importa lo más mínimo el nivel de formación y moralidad para que ejerzan con responsabilidad una correcta gobernanza y gestión digna.

La izquierda en España se ha prodigado como un ejemplo de virtudes en defensa de los ciudadanos, cuando al final, como demuestra la experiencia, es justo lo contrario. No todo caso de corrupción se convierte en escándalo. El mismo comportamiento puede ser considerado normal o tolerable en un momento e inaceptable unos años después; lo hagan uno u otros, el mismo asunto tendrá distinta justificación y etiquetado; aquí juegan un papel importante los medios de comunicación.

La corrupción es directamente proporcional a la falta de libertad de prensa, a las disfunciones del poder judicial, a la falta de control parlamentario, a la falta de respeto a las instituciones del Estado. El corrupto que se ampara en tener maniatados los resortes de control del Estado escala de categoría y pasa a ser un autócrata, un dictador. ¿Para qué sirve el parlamentarismo?¿Acaso pone freno a tanto abuso?.

Cuando buceo en las repúblicas que nos ha regalado nuestro país en nuestra reciente historia, no salgo del asombro de sus “bondades”. Leo en un libro homenaje a Lerroux publicado en 1933 que “nuestra oratoria política, no ha servido en España, sobre todo en estos sesenta últimos años, ni para labrar nuestra prosperidad, ni para ilustrar a nuestras gentes, ni siquiera para hallar alivio a nuestras infinitas desgracias (…) La gente está harta de discursos, de debates parlamentarios, de promesas y hasta de Constituciones”. En España cabalga la mentira, el engaño y la extorsión en caballo blanco. La España oficial y la de a pie no se entienden, con estas premisas no podrán entenderse nunca.

El régimen parlamentario está desprestigiado precisamente por quienes componen hoy, año 2023, el Parlamento, gentes que dicen representar al pueblo y que caen en el charlatanismo más despreciable por prometer lo que inmediatamente después incumplen apoyando postulados contrarios; esta es la decadencia intelectual de los políticos y la degradación de la vida pública que contagian a España y que vengo a denunciar expresamente.

José Antonio Primo de Rivera en el acto fundacional de la Falange dijo que “queremos menos palabrería liberal y más respeto a la libertad profunda del hombre”.

La incertidumbre se apodera de todos, las reglas de recto proceder se quiebran y España entra en la diáspora en la que la colocan determinados personajes carentes no solo de moralidad sino de prestigio personal basado en la palabra dada y que debieran cumplir. Los conceptos cada vez sirven por menos tiempo y el prototipo de persona fiable y seria se transforma en el petrimetre con andares de samba que se contonea como un payaso pensando que engaña a los ciudadanos a quienes debiera gobernar con recto proceder; esto también es corrupción en exponentes máximos.

Aunque nuestros viejos conceptos modernos ya no sirven para entender el mundo de hoy por ser conceptos cansados, los hay que son imperecederos como es el de la corrupción, el fraude y engaño o el concepto de extorsión; estos no se pueden sustituir porque ayudan a comprender la realidad social.

Lamentable resulta cómo se ha superado el concepto de justicia, hoy secuestrada por el poder político; prevaricadores togados que no les tiembla el pulso para arrastrar las normas jurídicas al antojo de quien manda; desvergüenza por la que todos no somos iguales ante la ley; un disparate en un régimen llamado democrático que no es sino el estercolero en el que vierten las excrecencias de quienes gobiernan sin pudor en contra del interés general, metidos en el delirio de las orgías que hacen temblar las instituciones que fundamentan el estado de derecho.

Corrupción con mayúsculas en un mundo global en el que todo se sabe, o casi todo; un mundo en el que los bloques se definen para enfrentarse unos contra otros para no sacar nada positivo, ¡y la población padece a tantos mangantes!; en definitiva, un mundo que o cambia o hay que arrasarlo para que resurja de sus cenizas, porque las evidencias que nos arrastran a quienes votamos, son muchas.

Mariano Avilés – Jurista Octubre 2023

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