UN SIN SENTIDO LLAMADO CONSENSO
Publicado por en Sociedad
La sociedad civil quiere otra cosa, necesita de otras cosas que no sea el protagonismo de los que esquilman los presupuestos en lo que ellos y solo ellos quieren y deciden. La sociedad civil trabaja sin cesar todos los días para pagar y para vivir cada vez más al límite, porque lo que le queda a fin de mes es menos, bastante menos, a ellos les queda cada vez más.
Día tras día, desde que dicen que el gobierno gobierna, me asomo a las noticias que nos interesan a los ciudadanos y me hundo en mis ilusiones; ni una palabra que fomente la economía, ni la investigación, ni la industria, nada sobre los problemas de las listas de espera, ni del aumento de los recursos para los hospitales y centros de salud, nada de nada se mire por donde se mire; siempre lo mismo, los mismos protagonistas y casi los mismos insultos de unos hacia los otros. Quizás lo que puedo exigir a un gobernante (que cumpla el programa electoral) es una quimera.
La sociedad civil quiere otra cosa, necesita de otras cosas que no sea el protagonismo de los que esquilman los presupuestos en lo que ellos y solo ellos quieren y deciden. La sociedad civil trabaja sin cesar todos los días para pagar y para vivir cada vez más al límite, porque lo que le queda a fin de mes es menos, bastante menos; a ellos les queda cada vez más.
Sueldos (los de ellos, los de la casta) que son un insulto para una sociedad castigada por el paro, por la falta de ilusión, por la mentira de los políticos, amiguetes al cobijo de lo público, asesores, coches oficiales, sueldos vitalicios a diputados, presidentes, expresidentes y a toda una legión de indigentes intelectuales que hacen todo lo posible por diferenciarse del resto de los ciudadanos que queremos todos los días ser mejores en lo nuestro y como personas; son castigos que no merecemos aunque haya ciudadanos que cuando votan lo siguen haciendo con el corazón en lugar de hacerlo con el cerebro; y de eso se ríen y carcajean estos que nos maltratan día tras día.
La sociedad civil se empieza a organizar y comienza a exigir su protagonismo en esta película de tintes dramáticos, una muy mala película de mucho miedo. Son tantas las cuestiones pendientes que ni el más sabio sanedrín podría alcanzar a resolver, cuanto ni más lo que ahora nos representa, dónde la nota media intelectual es ¡¡suspenso absoluto!!, y sin posibilidad de rehabilitación.
Estos se creen que vivimos de sus ocurrencias, porque tenemos la paciencia de soportar sus robos, sus mentiras, soportar que nos traten como a idiotas, que insulten nuestra inteligencia día tras día, que jueguen con nuestra salud, con nuestra economía, con el futuro de nuestras familias. La sociedad empieza, por fin, a estar cansada. Solo faltaría ya que la justicia desaparezca, en cuyo caso mejor marcharnos a otro país, aunque posiblemente eso quisieran ellos.
La Justicia está herida de muerte, es el único dique en el que confiar nuestra resistencia y nuestra dignidad como personas y como sociedad; la provocan constantemente, gentes sin escrúpulos que están en el poder, incluso quienes han sido juzgados ya. ¡Justicia para la Justicia!. No sé si al estar compuesta la justicia por personas sea bueno o malo; los hombres de la justicia son maleables, también quieren su cuota de poder pero si perdemos la justicia…¡qué nos queda!. Algunos jueces venidos a políticos han escrito páginas horribles en nuestra historia democrática y al día de hoy la siguen escribiendo; escalofríos me da al pensar que a estos se les suponía hombres justos.
La garantía de independencia de la Justicia proclamada en la Constitución es permanentemente invadida por los otros poderes del Estado hasta hacer buena la idea política de la justicia. En el año 2006 cuando ETA anunció una tregua, tanto el Gobierno Vasco como Gaspar Llamazares declararon que los jueces debían valorar el nuevo escenario y las circunstancias que influían.
Profesionalmente he sufrido las injusticias de la justicia y da para escribir tomos, pero es el último bastión que nos queda; en el momento que se le asalte no será para beneficiar a la sociedad, lo será para beneficiar a los asaltantes y darse protección entre ellos. En el Oeste americano el encargado del orden duraba poco. Posiblemente haya que celebrar algún día que cualquier Presidente o Expresidente del Gobierno vaya a la cárcel y a los aforados se les golpee con el Código Penal aplicado con todas sus consecuencias. Este será el momento en el que más de uno pensará antes de hacer lo que hoy parece no tener importancia.
Curiosamente el alto tribunal en España no es el Tribunal Supremo, es el Tribunal Constitucional, un tribunal político, compuesto por magistrados elegidos por los políticos. ¿qué podemos esperar de esta mezcla?. El antecedente está en la Constitución austriaca de 1920 que creó un Tribunal de Garantías Constitucionales, de esta manera la justicia como función quedaba orgánicamente dividida entre el control de la legalidad reglamentaria que correspondía a los jueces ordinarios, y el de la constitucionalidad de las leyes, en manos del citado Tribunal de Garantías Constitucionales. No es que se copie todo lo bueno, se copia todo lo que les interesa a otros poderes del Estado copiar para controlar el poder judicial, es decir, un poder que debería ser independiente.
Durante el tiempo que duró la II República se debatió qué era la justicia. Manuel Azaña vino a decir que el concepto de justicia era histórico, sometido a variación de su contenido, en función de las circunstancias «porque toda revolución implica que el concepto o la noción de lo justo y de lo injusto ha cambiado radicalmente en la conciencia del pueblo» hasta el punto de que «una revolución es fundamentalmente una aspiración a la justicia mejor». Pero lo que no dijo Azaña fue que las leyes no hubiera que acatarlas, ni que utilizando la ley -como sucede ahora- se pueda forzar un fraude hasta rozar el delito. De tal suerte que político que no cumpliera con las reglas del juego o las violentara, debería pasar por dar cuenta a la justicia y ser reo de la misma.
Un país sin justicia es un país muerto; quieren que la justicia no conozca de las tropelías que hacen los políticos, que se creen puestos y elegidos para ese fin. Debería potenciarse la actividad judicial encargada de controlar la legalidad de la actuación de todo poder público. El poder Judicial debe ser un verdadero poder, sin hipotecas ni sumisiones, fuerte e independiente del Ejecutivo, (no en pocas ocasiones el Legislativo está secuestrado) encargado de administrar justicia, no en nombre del Jefe del Estado sino en nombre de la Nación que somos todos los ciudadanos, esta es la legitimidad democrática que proclamo.
Mariano Avilés- jurista /Enero 2020
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