En homenaje a mi tío Ángel Avilés Comino
Hagamos un repaso a la historia de un aspecto de la guerra civil española (1936-39) que no suele tratarse y es lo de aquellas batallas que se libraban en el mar.
Importante es saber las dotaciones de buques que tenían en uno y otro bando y determinar el desequilibrio que existía en favor del lado republicano, según la fuente consultada del Círculo Naval Español.
Nacionales | Republicanos | |
Acorazados | 1 | 1 |
Cruceros Pesados | (2*) | – |
Cruceros Ligeros | 1(1*) | 3 |
Destructores | 1(4**) | 14(2*) |
Torpederos | 5 | 7 |
Cañoneros | 4(1*) | 1 |
Minadores | (3*) | – |
Guardacostas | 4 | 5 |
Submarinos | (2**) | 12 |
Hombres | 7000 | 13000 |
* En construcción o en reparación en julio de 1936
** Comprados a Italia en 1937
Dicho lo anterior, voy a centrarme en los acontecimientos que se sucedieron en marzo de 1938 en el que del lado nacional participaron tres buques “Baleares”, “Canarias” y “Almirante Cervera”.
El crucero “Baleares” venía de tener un mal precedente con su participación en febrero de 1937 en la llamada batalla de Málaga, en la que precisamente este crucero contribuyo con su ataque mar-tierra a que perdieran la vida seis mil civiles de las trescientas mil personas que emprendieron una marcha desde Málaga a Almería, como reconocieron las tropas franquistas y sus aliados internacionales.
La noche del 5 al 6 de marzo de 1938 el Baleares junto a su gemelo el Canarias y el crucero Almirante Cervera participaron en la protección de un convoy procedente de Italia. La flota franquista se encontró de forma sorpresiva con la Armada republicana; se entabló combate entre ambas flotas en la llamada la batalla del Cabo de Palos.
Cuentan las crónicas que a las 2,20 horas del 6 marzo varios torpedos, lanzados desde el destructor Lepanto, alcanzaron la zona central y el depósito de municiones del Baleares, causando importantes daños.
Los daños fueron tan graves que provocaron el hundimiento del barco, que se empezó a hundir por la proa. Los destructores británicos próximos acudieron a ayudar al salvamento de los náufragos. La estadística cuenta que rescataron a 435 hombres; otros 786 murieron o desaparecieron. El contralmirante Vierna Belando y el comandante del navío, Fontenla Maristany, se encontraban entre los fallecidos.
Aquellos fueron hombres de raza y valor y vaya en ello nuestro recuerdo a la vez que quiero hacerle un especial homenaje a quien fuera mi tío Ángel Avilés Comino que servía en el “Almirante Cervera” con el cargo de cabo primero de Marina del Montaje número cuatro; asistió a aquellos acontecimientos con arrojo y valentía y dejó un testimonio escrito, que tengo en mi poder, y que en su recuerdo quiero compartir con su íntegra transcripción:
“Era el 5 de marzo del II año triunfal, cuando en la tarde de ese día salía del puerto de Palma de Mallorca la escuadra Nacional, compuesta por los gloriosos cruceros “Baleares”, “Canarias” y “Almirante Cercera”, comboyando a cinco barcos mercantes cargados de víveres y tropas para Málaga.
Tan solo llevaba escuadra y comboy navegando unas horas, cuando por la amura de estribor los serviolas dieron la voz de “buques enemigos a la vista”.
Estos eran los destructores modernísimos al servicio de los “rojos”, los cuales viraron en redondo al ser reconocidos por los nacionales y forzando por consiguiente su marcha hasta una velocidad que oscilaba entre las 35 y 40 millas, para que los cruceros no pudieran darle alcance. No obstante, en estos se dieron las oportunas órdenes, sonaron timbre y teléfonos y en cuarenta y seis segundos en todos los barcos se encontraban sus dotaciones en su debido puesto de zafarrancho de combate, listos para que en el momento dado, empezaran las bocas de 20,3 a lanzar bocanadas de fuego y metralla. Esto no se consiguió por el motivo de la oscuridad y dada la distancia del enemigo, que no cesaba de acelerar las máquinas y de lanzar las cortinas de humo que los hacía invisibles.
Siempre en zafarrancho de combate se fue siguiendo a los destructores que llevaban una lucecita muy débil de popa. Mientras tanto seguía avanzando la noche sin novedad alguna, teniendo en secreto la terrible desgracia que le ocurriría al siempre glorioso y vencedor de combates y aventuras, crucero “Baleares”.
Podía ser la dos de la noche, no se veía nada, la oscuridad más impenetrable difuminaba a los cruceros nacionales, que seguían navegando a media máquina, cuando el “Baleares” disparó con un antiaéreo del 10 un proyectil luminoso, el cual, a su explosión quedó iluminado el mar y se pudo ver, (que se estaba rodeado de la escuadra roja) el bulto de quince barcos de guerra, la escuadra roja en pleno, los cruceros “Miguel de Cervantes”, “Libertad” hoy llamado “Galicia” y “Méndez Núñez”, con los doce destructores modernos tipo “Churruca”.
Empezó el combate, el glorioso “Baleares” se deshacía disparando, que iba en cabeza de la línea nacional, se deshacía disparando sus torres por banda y banda contra esa escuadra, que años atrás con todo honor lucían en su mástiles la insignia de nuestra España, y que ahora izaban la del crimen, servida por manos manchadas con la sangre de aquellos jefes y oficiales de marina, que ellos vilmente asesinaron.
Los cañonazos se cruzaban por parte y parte, y allí se veía al “Baleares” combatir gallardamente contra toda esa chusma a las órdenes de Rusia. Teniéndoles a raya, metiéndolos en mil apuros con su potente artillería, pero la fatalidad vino a echar abajo lo que ya se suponía una gran victoria; un torpedo de los muchos que tiraron los destructores, fue a tropezar con el casco del crucero azul y con tan mala fortuna, que hizo explosión en los tanques de petróleo de proa inflamándolos, ocasionando la voladura del puente de mando y las torres de proa.
Allí murieron defendiendo heroicamente a la Escuadra Nacional, el Excmo. Sr. D. Manuel Vierna con todo su Estado Mayor, el comandante del crucero, jefes y oficiales, que tan alto pusieron el nombre de su patria y dieron siempre muestra de gran caballerosidad.
El crucero azul, herido en toda su vitalidad, ya le fue difícil conservar su flotabilidad y lentamente escorándose, iba hundiéndose en el seno de ese Mar Mediterráneo, a 120 millas de la costa cartagenera, mientras que su dotación en su mayoría agonizante le sorprendía la muerte con los acordes de sus bocas del “Cara al Sol”.
Esa dotación, que en día difícil para España, cuando se decidía la suerte de las dos Marinas. Ahora caía abandonando sus carreras, sus profesiones, sus jornales, se prestaron voluntarios al servicio Nacional, para luchar con fiebre loca por la grandeza de su patria: ahora, envueltos entre humo, fuego y metralla, caían para siempre en ese misterio impenetrable de las profundidades del mar, con infinita melancolía por ver perder su barco, pero con la satisfacción plena de haber servido hasta lo infinito a España dándole su vida.
Ahora no merece echarlo en cara esto, porque ya gracias a Dios la guerra acabó, ahora ya somos todos españoles, pero si todavía queda alguno de aquellos en que su conciencia es negra y sienta esos inhumanos sentimiento de soviet, no tengo inconveniente en decirle que aquel crucero cayó, pero cayó a traición, atacado por quince unidades navales amparados en la oscuridad de la noche. Eran rojos y así tenían que hacerlo, porque en plena luz del día no eran capaces de atacar a un solo crucero nacional.
Desde luego es lamentable la pérdida de un barco así, y más en las actuales circunstancias que España lo necesita, pero no obstante españoles hermanos, tengamos fe ciega en Dios y en nuestro Caudillo y prontamente veremos como resurge nuestra Patria.
Ángel Avilés Comino – Cabo 1ª de Marina del Montaje nº 4 del “Crucero Almirante Cervera”.
Hasta aquí el texto escrito a máquina que he transcrito. Quiero quedarme con ese mensaje de concordia que destila, pese a la crudeza descriptiva del relato, expuesta magistralmente por quien le temblaba aún las manos sobre la máquina de escribir al recordar los cañonazos. Un homenaje sincero para la posteridad.
Quiero también terminar con dos frases que he escogido del historiador y político griego Polibio (128 a.C) que demuestra que ante la guerra emergían sensibilidades que entierran el ánimo revanchista que aun hoy se fomenta, pese a situarnos en este siglo XXI.
“El objeto de la guerra no es aniquilar a los que la han provocado, sino hacerles que se enmienden; no destruir a los inocentes y a los culpables por igual, sino salvar a ambos”.
“Tiene sin duda mucho mérito vencer en el campo de batalla; pero se necesita más sabiduría y más destreza para hacer uso de la victoria”.
Mariano Avilés – Jurista
Octubre 2022